La vi en el suelo, parecía no moverse, parecía no respirar, tal vez era porque su movimiento era tan imperceptible que nunca hubieras sabido si estaba viva o muerta si no te acercaras, pero yo aún era pequeña, la curiosidad en los niños es gigantesca y yo no era la excepción, caminé hasta llegar a su lado, observé su ropa, las mangas de su blusa se extendían hasta sus muñecas y su falda hasta los tobillos, nunca me había parecido extraña la idea de una mujer usando ropa tan conservadora, menos en mi madre, éramos una familia religiosa y con creencias y costumbres muy firmes, nunca cuestioné su forma de vestir o de lucir, ni siquiera en ese momento, no entendía qué podía haberle causado tal daño físico, sus muñecas tenían moretones y no me cabía la duda de que debajo de sus ropas se encontraran más[...]
Los primeros 5 años de Bea. |
La fotografía había sido todo para mí desde que ella se había ido, sabía que no tenía fotografías de mi madre, ella quería que la olvidáramos, por eso se las llevó, una fotografía es algo que mantienes para siempre incluso cuando te has olvidado de ello, una fotografía puede despertar todo dentro de ti, puede hacerte llorar, reír, puede elevarte y de repente te puede tirar al suelo porque sabes que aquello ya no está contigo, pero mientras tanto conservas una pequeña parte de todas esas emociones, de las personas, de las cosas. Yo no tenía nada[...]
La puerta se abrió, estaba casi paralizada, después recordé que Víctor nunca se levantaba tan temprano y cuando se abrió por completo pude ver su cabello color rojo y su cara confundida. Al llegar a la puerta él me preguntó: —¿Qué hacías allí tan temprano y con botas de lluvia en tus manos? o por Dios, has enterrado a tu víctima y después le has tomado una fotografía con esa pequeña cámara —y comenzó a reír.
MUY PRONTO.
—xoxo.